Por Jose Juan Córdoba Vega CEO en SigmaXpert Sure | Innovando en Insurtech Solutions | Perito de Seguros y Creador de Contenido sobre Seguros
Arquímedes de Siracusa: Un Genio Más Allá de su Tiempo
En el siglo III a.C., en la ciudad de Siracusa, vivía un hombre cuyo ingenio y creatividad cambiarían para siempre los fundamentos de la física y la matemática. Este hombre no era otro que Arquímedes, un sabio cuya fama trasciende hasta nuestros días no solo por sus teorías y descubrimientos sino por una curiosa historia que lo sitúa como el primer perito de la historia. Aunque Arquímedes es conocido por sus principios sobre flotación y palancas, su astucia también fue clave en resolver un intrigante dilema práctico: la autenticidad de una corona real.
La Peritación de la Corona: Un Encargo Real
La historia comienza cuando Herón II, el tirano de Siracusa, encarga una corona de oro puro. Desconfiando del orfebre encargado de la obra, Herón solicita a Arquímedes que determine si la corona era realmente de oro puro sin dañarla en el proceso. Fue este desafío lo que llevó a Arquímedes a una de sus más grandes epifanías.
Eureka: Un Descubrimiento en la Bañera
Reflexionando profundamente sobre el problema, la solución iluminó a Arquímedes mientras se bañaba. Observó cómo el volumen de agua que su cuerpo desplazaba estaba relacionado con la masa de su cuerpo sumergido. Este sencillo pero profundo descubrimiento le proporcionó la herramienta que necesitaba para resolver el dilema de la corona.
Arquímedes propuso sumergir la corona en un recipiente lleno de agua hasta el borde. Al hacerlo, cualquier desplazamiento de agua sería equivalente al volumen de la corona. Repitiendo el experimento con un peso igual de oro puro, si ambos desplazaban la misma cantidad de agua, la corona sería de oro puro. Sin embargo, si el volumen desplazado por la corona era mayor, ello indicaría la presencia de metales menos densos y, por tanto, adulteración en la corona.
El Veredicto: Una Corona Falsa
La aplicación del ingenioso método de Arquímedes demostró que la corona no era de oro puro, desenmascarando así el engaño del orfebre. Este acto no solo consolidó la reputación de Arquímedes como un pensador y científico excepcional, sino también como el primer perito, capaz de aplicar su conocimiento para resolver problemas prácticos y legales.