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Temblores en las paredes y pedazos de revoques desprendidos fueron las consecuencias de una obra vecina en una casa de la calle Alem de Cipolletti. Sus propietarios tuvieron que abandonar la propiedad después de una fuerte controversia con la desarrolladora que levantó un edificio de ocho pisos. Una sentencia civil les reconoció el derecho a la indemnización.

La situación que atravesó una familia del centro cipoleño no es un caso inédito ante el auge de los edificios en zonas tradicionalmente de casas bajas. En la misma calle Alem hay viviendas clausuradas por los daños que provocaron obras contiguas.

Pisos agrietados, desprendimiento de placas de revestimiento, quebradura de cerámicos y paredes rajadas formaron parte de los daños cuantificados durante el proceso judicial. La familia había abandonado la vivienda por temor a que la obra causara daños estructurales.

Según relató el denunciante, apenas comenzó la obra, intentó entablar un diálogo con los responsables de la construcción. Nunca llegaron a un acuerdo respecto de la modalidad de trabajo y de las medidas que se debían adoptar para evitar los perjuicios en la casa lindera.

Hasta la mujer que trabajaba en la casa manifestó que sentía miedo de entrar a la vivienda porque parecía que se venía abajo. “No se podía vivir, yo incluso no podía trabajar por miedo, imagino ellos que están constantemente con todo eso ahí, el ruido, escuchar que se caían cosas, andaban últimamente con muchos nervios, alterados y ahí tomaron la decisión de dejar la casa. (…) sentía mucho temblor en la parte donde se está construyendo el edificio”, declaró en el juicio civil esa empleada.

Todos abandonaron la vivienda porque la construcción no se detuvo. El fallo hizo lugar a la demanda promovida por el propietario y le reconoció el derecho a ser indemnizado por los daños.

Condenó a la constructora y a uno de los arquitectos que estaba al frente del proyecto. Ahora se deberá cuantificar el costo de las reparaciones para establecer un valor monetario que compense todos los padecimientos.

(Fuente: La Mañana de Neuquén)