Es difícil de entender que cuando se habla de “Alcohol Cero”, como una visión, un objetivo y hasta una utopía, no estamos hablando de “Tolerancia Legal Cero”.
Cualquier persona sensata del mundo que trabaje con máquinas u objetos peligrosos va a coincidir en que lo ideal es tener al operador de esa máquina lo más saludable posible y concentrado totalmente en la tarea. El alcohol, como las drogas y otras sustancias son “tóxicos”. Por definición una sustancia tóxica es aquella que puede producir un efecto adverso para la salud e incluso causar la muerte. Esto quiere decir que desde la primera gota de alcohol que ingresa a nuestro organismo estamos “intoxicados”, lo importante es saber cuál es la magnitud de esa intoxicación. Esa medición es lo que conocemos como “alcoholemia”.
La alcoholemia es una “magnitud relativa” ya que mide la proporción de alcohol que hay en nuestro organismo por cada litro de sangre que tenemos. Esa medición puede hacerse en forma directa por medio de una extracción de sangre o por medios indirectos como se hace con un alcoholímetro o etilómetro que mide la cantidad de alcohol expirado a través de nuestros pulmones. Sin entrar en tecnicismos, existe una constante que relaciona la cantidad de alcohol que se difunde en un gas y por este medio podemos saber cuál es la cantidad de alcohol que tenemos en nuestro organismo.
Lo que hay que entender también es que hay dos fuentes de “intoxicación”. La “exógena” que es la que proviene desde el exterior, es decir el alcohol que consumimos, y la “endógena” que es el tóxico que nuestro propio organismo es capaz de producir aunque lo perjudique. Una persona puede producir alcohol por ayunos prolongados, ciertos tipos de diabetes, por el consumo de ciertos medicamentos, etc. Obviamente estas cantidades de alcohol endógeno en general son bajas.
Volviendo al alcoholímetro, podemos comentar que es un aparato que se viene desarrollando desde hace más de 90 años. Se creó en los Estados Unidos, en principio era un aparato de laboratorio donde el gas exhalado por la persona debía llevárselo en un globo, y se lo fue perfeccionando hasta llegar a lo que es hoy, un pequeño aparato de medición, mucho más preciso que sus antepasados y con la gran ventaja de ser trasladable. Pero acá entra a jugar algo que poca gente entiende. Cuando hablo de poca gente me refiero a aquella no formada en cuestiones técnicas. Todo aparato de medición, desde el más sencillo como lo es una cinta métrica, hasta el más sofisticado aparato de medición de laboratorio o intergaláctico, tiene un margen de error. Este margen de error puede producirse por diferentes cuestiones como por ejemplo la temperatura de operación, la presión, la humedad, la fricción, desgastes, etc. Es por eso que cuanto más preciso es el aparato, más frecuentemente se lo debe calibrar para que siga trabajando “dentro de su margen de error”. Calibrar un aparato no implica anularle su margen de error, sino hacer que trabaje dentro del margen de error especificado por el fabricante o por las especificaciones técnicas o de ley. En el caso de los alcoholímetros que operan en nuestro país deberían ser calibrados periódicamente en los laboratorios del INTI. Allí al calibrarlos se garantiza que el error de medición no supera los 0,041 gr de alcohol/ lt de sangre.
Si al error de medición propio del aparato le sumamos los factores endógenos de producción de alcohol podemos encontrarnos con los llamados “falsos positivos”. En buen romance se trata de aquellos casos donde el alcoholímetro arroja una medición distinta de cero cuando en realidad la persona evaluada no ha “consumido exógenamente” nada de alcohol. Como vemos estos errores se deben a la suma de factores técnicos y fisiológicos independientemente de si el análisis se lo hacen a un peatón, a un conductor profesional, a un conductor particular o a un principiante.
Volvamos al inicio. El límite de alcoholemia que cada país está dispuesto a aceptar es una “convención social”. La OMS (Organización Mundial para la Salud) sugiere que ese límite no sea mayor a 0,5 gr de alcohol/lt de sangre. Mayoritariamente es el límite que han adoptado los países, incluyendo a la Argentina. Sin embargo hay naciones como Malta, Irlanda o Inglaterra que establecieron su límite en 0,8 gr de alcohol/lt de sangre, ya que consideran que su sociedad así lo requiere, y otros, por el contrario fueron mucho más restrictivos y están muy por debajo del límite máximo sugerido por la OMS.
Analicemos el caso de Suecia. Tal vez el país más emblemático en lo que a seguridad vial se refiere. Suecia, al igual que otros países nórdicos, tenía muchos problemas de alcohol y conducción por lo que llevó y lleva desde hace muchos años una plan de “Alcohol Cero”. Para eso legisla, educa, concientiza, controla y sanciona apuntando a que no se debe tomar nada de alcohol si se va a conducir. Educa y concientiza desde la escuela primaria, ha llegado a controlar al 70% de sus conductores por año, aplica sanciones muy severas a los infractores pero estableció un “límite de tolerancia legal de alcoholemia” que no es cero. Es 0,2 gr de alcohol/lt de sangre contemplando todo lo técnico y fisiológico explicado anteriormente pero sin dar margen a la especulación de “tomo un poquito total estoy dentro de la tolerancia”. Suecia no quiere que nadie especule con tomar un poquito pero tampoco quiere caer en las injusticias de los falsos positivos. En este caso la filosofía aplicada por Suecia es lo más parecido a los reglamentos técnicos en donde las tolerancias están dadas “para absorber errores” y no para especular con ellas. Se vuelve a aclarar que ese límite de 0,2 rige para los conductores particulares, profesionales, principiantes y de motos.
A nivel mundial hay una tendencia a bajar los límites de alcoholemia pero no a llevarlos a cero por las razones mencionadas anteriormente. Sólo unos 10 países lo han hecho pero la mayoría de ellos no aplican multas a resultados inferiores a 0,2 gr de alcohol/lt de sangre.
En resumen, debemos trabajar todos procurando el alcohol cero pero sin caer en la ridiculez de establecer un nivel de control legal de alcoholemia cero.