El yate Grazie Mamma II recorrió con su tripulación las costas y archipiélagos del Mediterráneo. Su última aventura fue la semana pasada cuando se encontró con una manada de orcas frente a Marruecos.
Los animales marinos golpearon el timón del yate durante 45 minutos, causando daños importantes y una pérdida, según Morskie Mile, el operador polaco de la embarcación. La tripulación escapó ilesa mientras los socorristas y la Marina marroquí intentaban remolcar el yate hasta un lugar seguro, pero finalmente se hundió cerca del puerto de Tanger Med.
La noticia del naufragio aumenta la preocupación de muchos navegantes de la costa occidental de la Península Ibérica, donde los biólogos marinos estudian un fenómeno desconcertante: Las orcas están empujando y embistiendo a los barcos en interacciones que han interrumpido docenas de travesías y han provocado el hundimiento de al menos cuatro embarcaciones en los dos últimos años.
Las orcas, la especie más grande de la familia de los delfines, son depredadores juguetones que cazan tiburones, ballenas y otras presas, pero suelen ser amistosas con los humanos cuando están en libertad. Las orcas que cazan en el Estrecho de Gibraltar están consideradas en peligro de extinción, y los investigadores han observado un repunte de comportamientos inusuales desde 2020: Un pequeño grupo de estos animales marinos ha estado acosando a los barcos en las concurridas rutas que rodean Portugal, España y Marruecos.
Aunque la mayoría de las interacciones se producen en aguas del suroeste de Europa y el norte de África, una orca también embistió un yate a unos 3000 kilómetros al norte de la costa de Escocia, según The Guardian.
“Las orcas son complejas, inteligentes y muy sociables”, afirmó Erich Hoyt, investigador de la ONG Whale and Dolphin Conservation y autor de Orca: la llamada ballena asesina. “Aún estamos en las primeras fases de intentar comprender este comportamiento”, añadió.
Los investigadores han rechazado la idea de que las orcas ataquen a las embarcaciones. En su lugar, teorizan que los timones de los barcos se han convertido en un juguete para las jóvenes orcas curiosas y que el comportamiento se ha convertido en una moda aprendida que se extiende por la población. Otra hipótesis, según los biólogos que publicaron un estudio el pasado mes de junio, es que la embestida sea un “comportamiento adverso” debido a una mala experiencia entre una orca y una embarcación, aunque los investigadores se inclinan por la primera.
No está claro qué frenará las embestidas, si son juguetonas o de otro tipo, un punto que ha dejado a los ansiosos capitanes que viajan por estos lares compartiendo consejos en grupos de Facebook dedicados al seguimiento de este tipo de interacciones.
“Ha sido un verano interesante escondiéndonos en aguas poco profundas”, dijo Greg Blackburn, un patrón con base en Gibraltar. En mayo, las orcas chocaron contra una embarcación que él comandaba y mordisquearon el timón, aunque la embarcación pudo regresar a tierra.
El encuentro dejó una huella: En un viaje reciente a Barcelona, Blackburn tuvo que pasar por una zona donde se habían avistado orcas la semana anterior. “Me sentí realmente nervioso durante unas tres horas, mirando constantemente al horizonte por si aparecía una aleta”, contó.
Conservacionistas, grupos de salvamento marítimo y clubes náuticos se asocian para afrontar el reto de preservar una población en peligro y ayudar a los navegantes a evitar calamidades. La Cruising Association, un club de apoyo a los navegantes, ha recomendado protocolos de seguridad para los encuentros con orcas, como desconectar el barco y permanecer en silencio. Los patrones se han ofrecido unos a otros consejos anecdóticos para disuadir los ataques, como arrojar arena al agua y golpear con fuerza el barco.
Antes de abandonar la costa, los navegantes también pueden consultar las plataformas digitales que registran los avistamientos e interacciones con orcas en la región. Esto puede ayudarles a evitar a los animales o a tomar una ruta alternativa, explicó Bruno Díaz López, biólogo y director del Instituto de Investigación del Delfín Mular, con sede en Galicia (España).
“Sugerimos a los barcos que se queden en aguas poco profundas”, insistió, y añadió que habían observado que más embarcaciones cambiaban sus trayectos. “Puede que el viaje sea más largo, sí. Pero vale la pena”.
Blackburn dijo que había oído hablar de gente que recurría a tirar petardos al mar para intentar ahuyentar a los animales, y añadió que los barcos servían de hogar a la gente en el océano. “Al fin y al cabo, si estás protegiendo tu hogar, ¿Qué vas a hacer?”.
Pero el océano es el hogar de las orcas, y los conservacionistas afirman que asustar a los animales no es la solución.
“No se trata de ganar una batalla, porque esto no es una guerra”, dijo López. “Tenemos que ser respetuosos”.
Por Isabella Kwai (La Nación)