América Latina y el Caribe enfrentan múltiples riesgos que son cada vez más frecuentes, debido al cambio climático: aumento del nivel del mar, incendios, sequías, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes. El calentamiento global y otros riesgos ambientales directos derivados del cambio climático empeorarán cada vez más y afectarán la calidad crediticia en varias regiones geográficas y sectores, señala Moody's Investors Service en un nuevo informe.
“El riesgo físico del cambio climático en América Latina es particularmente significativo para las industrias con activos fijos, como minería, petróleo y gas, puertos y servicios públicos. Los fenómenos meteorológicos extremos en la región afectan con mayor frecuencia las operaciones o las cadenas de suministro en sectores como la logística e infraestructura, agricultura, minería, pesca, energía, servicios públicos y telecomunicaciones”, afirma Barbara Mattos, Senior Vice President de Moody's. “Los bancos de la región enfrentan riesgos indirectos a partir de las carteras de inversiones y préstamos”.
En Brasil, el cambio climático presenta una amenaza para los cultivos y podría implicar pérdidas para la producción agrícola y de proteínas, aunque la diversificación geográfica reduce ese riesgo.
El estrés hídrico representa el principal riesgo para los servicios públicos, ya que Brasil genera alrededor del 67% de su electricidad a partir de energía hidroeléctrica, aunque las elevadas inversiones en transmisión y energías renovables alternativas alivian el riesgo sistémico. La industria minera y logística está expuesta a interrupciones operativas debido a fuertes lluvias e inundaciones. Los bancos han contenido relativamente su exposición a préstamos corporativos con alto riesgo físico del cambio climático, en torno al 11% de la cartera total.
Las sequías representan un riesgo elevado para los productores agrícolas en México, ya que afectan la cosecha de maíz: el principal cultivo del país. Otras industrias con alto consumo de agua, como los productores de bebidas, enfrentarán costos más elevados debido a la creciente escasez de agua y sequías. Las compañías petroleras de México y el Caribe están muy expuestas a huracanes. El fondeo agrícola y ganadero representa alrededor del 2% de la cartera total del sistema bancario mexicano; sin embargo.
Perú y Colombia se enfrentan al creciente riesgo de alteraciones de las corrientes oceánicas. Las inundaciones y el aumento del nivel del mar representan amenazas directas para los sectores de pesca, proteína y agricultura en Perú, mientras que el sector minero enfrenta cierto riesgo por la concentración geográfica. Colombia genera alrededor del 72% de su electricidad a partir de la energía hidroeléctrica, por lo que sus servicios públicos están significativamente expuestos a eventos climáticos que afectan los niveles de precipitación, como La Niña y El Niño. La exposición de la cartera de préstamos de los bancos colombianos a la industria agrícola es mayor que la de sus pares peruanos, pero menor que la de Brasil o Argentina.
El estrés hídrico complica las operaciones mineras, agrícolas e hidroeléctricas en Chile. La minería también enfrenta riesgos por el aumento de las precipitaciones y del nivel del mar, mientras que las temperaturas extremas amenazan la productividad laboral y la infraestructura eléctrica. Los cambios en el nivel de precipitaciones, las olas de calor y las sequías alteran la producción y el comercio de granos en Argentina, uno de los principales países productores de granos de América, así como en las compañías eléctricas expuestas a precios al contado. Los bancos chilenos tienen baja exposición a préstamos para la industria agrícola y minera, pero la agricultura representa casi el 13% de la cartera total de los bancos argentinos.