Millonaria condena en caso de Mala Praxis

La víctima fue una recién nacida que, tras un diagnóstico errado en el hospital Scaravelli, padece una enfermedad incurable con una incapacidad del 100%.



La provincia de Mendoza deberá indemnizar con más de 30 millones de pesos a una familia del Valle de Uco por un caso de mala praxis ocurrido en el hospital Scaravelli, de Tunuyán, en 2015. La víctima fue una nena recién nacida que, tras un diagnóstico errado, hoy padece una enfermedad incurable con una incapacidad del 100%.

Según un fallo del Tribunal Civil de Gestión Asociada 4, la pequeña que hoy tiene 7 años deberá recibir $13.200.000, más intereses, y sus padres, $16.600.000.

La millonaria cifra, que parece abultada, debe medirse en relación al tremendo daño ocasionado. “Las lesiones sufridas produjeron una enfermedad incurable, con pérdida de la salud mental y física, y una inutilidad para el trabajo permanente”, advirtió uno de los especialistas que abordó el caso en el rol de perito.

Actualmente, la pequeña presenta una “incapacidad total, permanente y definitiva”, luego de que al nacer médicos del hospital de Tunuyán diagnosticaran una ictericia fisiológica y no una patológica. El error, con los días, determinaría un cuadro de kernícterus, un tipo de daño cerebral que puede presentarse debido a altos niveles de bilirrubina en la sangre del bebé.

Para fijar el grado de incapacidad el tribunal tuvo en cuenta que se trata de “una encefalopatía crónica no evolutiva que entraría en la esfera de encefalopatías toxicas, por las lesiones sufridas y la evolución. Además, existe parálisis cerebral (daño orgánico cerebral) por lo que no mueve miembros en forma espontánea ni a favor ni en contra de la gravedad”.

Según consta en la sentencia, “por sus múltiples secuelas -permanentes y que impactan en todo su organismo y en todos los sentidos esenciales- debe recibir un tratamiento multidisciplinario, interactuando varias especialidades, como clínica pediátrica, neurología, tratamiento con medicación permanente, oftalmología traumatología y ortopedia. También requiere estimulación psicomotriz temprana, fonoaudiología (por los diferentes trastornos de deglución u auditivos) y odontológicos, ya que tienen trastornos en el esmalte dental”.

A la hora de establecer los montos indemnizatorios, el juez consideró lo alegado por los abogados de la niña, Pablo Cazabán y Sergio Anglat, quienes habían solicitado $12.000.000 y $1.200.000 por incapacidad sobreviniente y daño moral.

Además, el magistrado estableció la suma de $1.800.000 para cada padre y, en concepto de gastos terapéuticos y de transporte, $12.000.000. Como se trata de un fallo de primera instancia, el dinero no estará disponible a los beneficiarios hasta que la sentencia quede firme.

UN CASO DE MALA PRAXIS

Según los informes que ofrecieron la Facultad de Ciencias Médicas, un especialista en pediatría y neonatología y el Cuerpo Médico Forense, la niña nació en abril de 2015 y al día siguiente presentó valores muy elevados de bilirrubinemia, por lo que se le aplicó luminoterapia y se realizó un test de Coombs directo, que dio resultado positivo.

Esto, sumado a la succión débil de la bebé y a la dificultad para despertarse, indicaba “como diagnóstico clínico presuntivo una ictericia patológica -y no meramente fisiológica- por su inicio dentro de las 24 horas de vida”. Además, los médicos debieron dudar del erróneo dato que dio la madre sobre su grupo sanguíneo ya que el test realizado así lo determinaba.

Con este diagnóstico y dado el factor de riesgo en el incremento de la toxicidad de la bilirrubina por tratarse de una prematura, el tratamiento correcto “consistía en una exanguino-transfusión”. Pero los médicos consideraron que por la mejoría surgida de la luminoterapia –un tratamiento correcto pero insuficiente- debían darle el alta médica.

Reingresada al hospital el 23 de abril, la beba presentaba regular estado general, ictericia generalizada, llanto vigoroso, apneas y convulsiones, por lo que se la derivó al hospital Notti, donde fue correctamente diagnosticada y tratada, mostrando alteraciones en diversas esferas que son de origen neurológico, teniendo impacto en otros órganos.

Se detectó que la niña padecía kernícterus, un tipo de daño cerebral que puede presentarse debido a altos niveles de bilirrubina en la sangre del bebé. Esta enfermedad “lleva a la parálisis cerebral, sobre todo extra piramidal, hipertonía generalizada muy marcada sobre todo en esta niña, predominio de movimientos anormales y la postura, lo que lleva alteraciones en miembros, cuello, tronco y miembros inferiores con hipoacusia sensorial. También trastornos de la mirada, alteraciones en el habla y de la deglución”, según el diagnóstico establecido por los peritos.

(Fuente: Los Andes)